Sobre la corrección de textos no hemos visto nada aún en la universidad. Se nos dan reglas y normas sobre la gramática y el estilo, se nos enseña a traducir y manejar herramientas para ello, pero lo que es corregir un texto propiamente dicho…, nunca lo hemos hecho...
Estoy en Texas visitando a la familia. Las clases ya han acabado, los exámenes están aprobados. Estoy de vacaciones durante este mes y no puedo dejarlo, lo llevo en la sangre… es inquietante: tengo el mono (¿o el gorila?) ¡necesito palabras! Y me acuerdo de que una amiga muy cercana me pidió el favor de revisar su tesis escrita en inglés porque parece ser que la Unión Europea quiere publicarla. No existe fecha de entrega. Bien. Gran responsabilidad para mi. Y más, sabiendo que nunca me he dedicado a corregir un texto de esta índole: leyes, más leyes y muchos derechos humanos. Y yo, primeriza e ingenua me lanzo a la piscina. Claro que no voy a cobrar por este trabajo, es un favor que me hago también a mi: aprovecho para practicar.
Eso, todo tiene su lado bueno y este asunto no iba a ser menos. El encargo consigue que me interese por la figura del corrector. ¿Qué hace un corrector de textos? ¿Es una profesión que se estudia o se desarrolla por sí solo? Vamos a indagar:
Encuentro en el blog de Juanma Santiago (Pornografía Emocional) una entrada completísima y muy interesante sobre cómo ser corrector. Cuenta su propia experiencia en este mercado y nos hace saber, que no existe aún grado universitario de corrección de textos en España; que más que tener un título de corrector, lo que es necesario para practicar esta profesión es tener una buena base gramatical y ortográfica de las lenguas en las que se vaya a corregir y ser un muy buen lector. Claro está, que si estudiáis algún grado en filología, traducción o periodismo lo tendréis algo más fácil ya que todos los grados incluyen asignaturas que serán de gran ayuda para el corrector.
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Visto en: Addenda Et Corrigenda |
A estas alturas todos sabemos, que escribir correctamente es una obligación profesional ya que la correcta redacción de textos es importante para nuestra imagen pública, nuestra profesión y nuestra formación integral como personas. Escribir es una de las formas comunicativas más importantes que desarrollamos como seres humanos; es un proceso mucho más complejo que el hablar y requiere un trabajo mental previo a la redacción. Plasmar en “papel” nuestras ideas es como andar en bicicleta: se requiere practicar mucho para mantener el equilibrio y no caer.
Encontré un artículo que me gustó mucho en La Linterna del Traductor. Según María-Fernanda Poblet, uno de los quehaceres del corrector es corregir las faltas de ortografía y las erratas pero no de forma habitual o la que sabe cualquier mortal que ha estudiado Lengua AI, AII, AIII y AIV en la universidad, “sino de cuestiones ortográficas que van más allá de los conocimientos que puede tener alguien que no se dedica profesionalmente a la corrección”. Esto lo argumenta porque el corrector debe estar siempre al día de todas las novedades y evolucionar ya que, igual que las lenguas son vivas, la ortografía también lo es.
Más: como puedo leer en la red, la figura del corrector de textos es tan vieja como la escritura. Antes no tenía ni los medios ni las formas que tenemos ahora, pero existe desde que tenemos alfabeto y lo utilizamos para comunicarnos con él (con el alfabeto, claro, ¡no!... ¡a ver! no nos comunicamos con el alfabeto sino con el alfabeto, ¡cachis! está claro, ¿no?). Todavía hay personajes en las editoriales e imprentas que corrigen los textos con un lápiz rojo (que no sirve para censurar) y que anotan en los márgenes de los textos unos códigos, que para los que no son de la profesión son galimatías incomprensibles. En ésta Guía de corrección ortotipográfica podéis echarle un vistazo a los jeroglíficos. Otro enlace muy bueno es éste que muestra los signos de corrección y ejemplos.
Un corrector de textos es necesario si queremos que un texto esté bien escrito. Según el Diccionario de la Real Academia Española, un corrector es la “persona encargada de corregir pruebas”. Es la persona que analiza la coherencia del discurso, la limpieza de la ortografía y vigila que los vocablos sean exactos. Marca e indica el fallo que encuentra proponiendo la solución.
El oficio de corrector es invisible, si cabe más que el de traductor, porque el traductor, de vez en cuando – ¡y esperemos que cada vez más! – aparece en la portada o contraportada de un libro: sabemos que el corrector existe, pero nadie lo ve. Es cierto, ¿verdad? A que nadie se lee un libro pensando en el corrector del texto (a no ser que el libro esté lleno de erratas o fallos de tipo diverso y pensemos que no lo corrigieron o que el corrector tuvo un mal día, ¡vete tú a saber!). Uno de los correctores de textos que más me llaman la atención es Ramón Alemán (tal y como compruebo - humildemente porque cada vez pienso que sé menos - en su blog) con Lavadora de textos, una mina para aprender y un gran ejemplo a seguir.
En España hay una asociación de correctores profesionales de la que seguramente habréis oído hablar: La Unión de Correctores (UniCo). Esta asociación acoge a correctores de estilo, correctores de pruebas y asesores lingüísticos que ejercen este oficio profesionalmente. En su página de recursos hay otra mina de oro que tendré que explorar en estos días. A primera vista me llama la atención la bibliografía de Geoff Hart sobre corrección, el Project Gutenberg y el enlace del Instituto Superior de Estudios Lingüísticos y Traducción(ISTRAD).
En la página balloon comunicaciónencontré una entrada sobre los diez mandamientos del corrector de estilo que también me pareció interesante. Aquí os dejo el enlace, y, en el blog el lápiz rojo encontré entradas de lo más sugerente para los que trabajamos con la lengua castellana
Tal y como el traductor tiene un día especial al año para conmemorar su profesión, el corrector no es menos: todos los 27 de octubre se celebra el día de reconocimiento especial del corrector de textos.
Más información sobre el corrector de textos: